jueves, 29 de octubre de 2009

Destrozando a... Queer as folk

Queer as folk (Showtime)


La idea de esta semana me la dejó un comentario de Josito en feisbuk, en la que se preguntaba por qué le gustaba tanto Entourage y tan poco Queer as folk. Porque aquí tenemos el reverso tenebroso de las historias de amigos, y es el caso de las que quieren hacer como que cuentan algo, pero para lo único que sirve es para enseñar carne y poner palote al personal.
Efectivamente, señores, estamos ante la serie queer por antonomasia, esas que se fundamentan en que todos los maricas se dedican a follar y a drogarse (y nada más), todas las bollos quieren casarse y tener hijos, todos los heterosexuales odian a los maricas y todo el mundo quiere follarse a Brian, excelencia de todo lo marica. En fin, que lo mismo de siempre con todos los tópicos de siempre y muchos tíos en bolas. Mala, mala, mala, mala... y así hasta el infinito y más allá.


miércoles, 28 de octubre de 2009

El gran Lebowski

El gran Lebowski (Joel Coen, 1998)

Tras años realizando distintos experimentos con buen resultado, y después de la siniestra historia que contaba Fargo, los Coen pretendieron volver a sus inicios con la historia de Lebowski, metido en líos por una confusión de nombre, y que pasa de ser un paria fumeta a una especie de superhéroe perpetuamente drogado.
El problema de los Coen es que ya no podían hacer Arizona Baby, y The Big Lebowski pierde la frescura que se hubiera querido de ellos. La compensación sin embargo viene de todo el circo que organizan los Coen en torno a la figura de
l antihéroe, comenzando por sus dos amigos y compañeros, el tímido e ingenuo Donny y el bruto y deslenguado Walter (un John Goodman impresionante) con los que comparte partidas de bolos y rescates millonarios, y su archienemigo Jesus (posiblemente el mejor personaje de la historia, quizá algo desaprovechado), un chicano con fama de pederasta que compite con ellos a los bolos.
El resto de la gente que va apareciendo no dejan de ser como mínimo excéntricos (cuando no directamente raros), pero todos ellos derrochan el mis
mo encanto especial que tienen todas las situaciones, a veces muy absurdas, en las que Lebowski se ve envuelto.


En realidad nunca llegaré a saber por qué me gustó tanto esta película (comparte el dudoso honor, junto con Mars Attacks!, de haber tenido que parar de reírme en el cine por amenazas de los que no se enteraban de nada) y por qué me sigue gustando diez años después. Será por el aire de irrealidad y por lo puro absurdo que es todo el planteamiento, será por Lebowski, será por Jesús... será porque me sigo riendo muchísimo cada vez que la veo...

martes, 27 de octubre de 2009

Dos tontos muy tontos

Dos tontos muy tontos (Peter and Bobby Farelly, 1994)


Dumb and Dumber, título mucho más inspirado que la traducción española, sirvió para que los adolescentes de esos tiempos nos riéramos mucho, para que Jim Carrey se empezara a hacer de oro a pesar de que hasta a muchos de esos mismos adolescentes nos diera dolor de cabeza, para que los Farrelly comenzaran a hacerse famosos, y sobre todo sirvió para comenzar y empezar a finalizar un género que ha muerto de éxito y de escasez de ideas.
Dumb and Dumber da lo que ofrece. Es una comedia tonta sobre dos tipos tontos pero muy ingeniosos que se meten en líos tontamente y donde prima el gag y en el gag prima lo exagerado.
En este género que tiene a los Farrelly como inspiradores, creadores y defenestradores, de lo que se trata es de reelaborar el género de la parodia, insuflando mala baba y ridiculizando los grandes valores americanos.
Para ello Carrey se convierte en pieza ideal dentro de la exageración que es toda la película, y Jeff Daniels lo acompaña encargándose además de destrozar lo poco que le quedaba de carrera.

No obstante, Dumb and Dumber posee unos cuantos gags ingeniosísimos y un aire corrosivo que parte del desarrollo y el final, esos el los que se demuestran que el tonto y el más tonto quizá no lo son tanto comparado con el mundo que les ha tocado vivir.

lunes, 26 de octubre de 2009

Entourage (El séquito)

Entourage (HBO)


Me queda todavía la mitad de la serie (va por la sexta temporada), pero hace tiempo que quiero hablar sobre ella. Entourage es un ejemplo de cómo se puede hacer una comedia relativamente blanca dejando sin embargo por los suelos a toda la industria cinematográfica y televisiva norteamericana.
El séquito del proyecto de estrella Vincent Chase, compuesto por su pragmático amigo (y posterior mánager) Eric, su hermano Johnny Chase (también conocido como Drama, actor de segunda con épocas mejores), Turtle, el chico para todo, y Ari Gold, representante y mediador, resulta una crónica de la difícil vida laboral de un gremio en el que se pide todo y al que poco se concede, pero cuyos beneficios son buscados por todos los actores con ansias de fama a pesar de lo que conlleve.

En el caso de Chase, sin embargo, las cosas no suelen salir mal, en un alarde de optimismo que no suele ser habitual en series de estas características pero que no va mal cuando nos empezamos a saturar de tanto drama sobre la amargada existencia de los que se dedican al show bussines.
Entourage es una comedia divertidísima, condescendiente con la vida de sus personajes pero no con el mundo que retratan, y en la que se mezclan diálogos ingeniosos con personajes encantadores a pesar de sus múltiples defectos. Si no, que nos expliquen por qué cae tan bien Shauna, la tiránica jefa de prensa interpretada por la sugerente Debi Mazar (ni de ella ni de sus ojos sabíamos nada desde hacía años) o el falso Ari (papel que a Jeremy Piven le ha valido varios Emmys).


Deslenguada, ágil, divertida, cabrona... sorprende ante una propuesta así tener como productor ejecutivo a Mark Whalberg, pero aún más que pesos pesados de la industria se atrevan a realizar papeles mordiendo la mano de quién les da de comer (e incluso a James Cameron haciendo chistes sobre Titanic). Imprescindible.

Frase de la semana


Me voy de vacaciones.


Yo mismo.

Por fin, y hasta el día 6. Por ello he decidido hacer dos sucedáneos de monográficos, esta primera semana acerca de grupos de amigos y la semana que viene de temas espaciales, o algo así.
Mientras se van publicando, procuraré no acordarme siquiera de que tengo un blog (bueno, dos). Au revoir.

domingo, 25 de octubre de 2009

Caricias

Caricias (Ventura Pons, 1998)


El mundo del cine está lleno de deudas. Dentro del panorama nacional una de las más evidentes es la de Ventura Pons con los dramaturgos catalanes, especialmente con Sergi Belbel y Jose María Benet, en cuyos textos encontró Pons los guiones de probablemente sus mejores trabajos.
Es el caso de Caricias, basada en una obra de Belbel dividida en escenas sin hilo conductor y donde, en una suerte de paradoja nominal inspiradísima, todas y cada una de las escenas se refieren a gente que no para de darse hostias como panes, metafóricamente hablando en la mayoría de los casos.
Personajes amargados que cargan su rencor contra el que tienen enfrente, ya sea conocido, desconocido, amigo, pareja, padre, hijo... con la premisa de "las verdades a la cara que duelen más".

Durísimo texto al que Pons consigue infundir humanidad y esperanza y que se sustenta, además de los diálogos originales, en muchos de los mejores actores españoles actuales (y alguno que ya no está, como el inconmensurable Agustín González), que están francamente espléndidos.


Eso sí, tras tanto golpe la última escena, esa en la que de verdad hay caricias, aunque sea de desconocidos agredidos anteriormente, infunde paz y un hilo de esperanza sin el que la cinta perdería mucha fuerza. La recuerdo y se me ponen los pelos como escarpias.

jueves, 22 de octubre de 2009

Destrozando a... ¿Conoces a Joe Black?

¿Conoces a Joe Black? (Martin Briest, 1998)


A alguien se le ocurrió hacer una versión con pretensiones de mejoría de una película que sigo creyendo (a pesar de alguna objeción) que no merecía más que el olvido, y para ello emplearon el doble del metraje original (dos interminables horas y media) y pusieron a Brad Pitt teñido de rubio pollo, harto de gimnasio y con una perpetua cara de palo y a Anthony Hopkins intentando interpretar. Lo acompañaron de una muchacha que era amiga íntima de Mario Vaquerizo e iba todo el día con cara de succionadora (lo que hizo conjeturar la forma en la que había conseguido el trabajo), para contar lo mismo con más azúcar que la original y aburrida hasta decir basta. Querían ser profundos y les salió otro de esos subproductos románticos con ínfulas y filosofía para estudiantes de parvulario.
Mucho peor que la original, lo que ya es decir...


miércoles, 21 de octubre de 2009

Primer verano

Primer verano (Sebastien Lifshitz, 2000)


En el cine francés hubo (y quizá haya) una regla no escrita según la cual en cualquier película en la que se hablara del despertar sexual de algún homosexual, Stephane Rideau debía estar en el reparto, como el homosexual en sí, el polvo del homosexual o alguno que pasaba por allí. En este caso, como inicial acosador y posteriormente pareja del atormentado Mathieu, más preocupado por la depresión de su madre que por sus propios demonios aunque lo lleven al borde de la muerte.
Presque rien no es más que otra historia de amor y liberación sexual dentro de un ambiente no facilitador (en este caso en una familia en crisis), poco más o menos la misma historia de siempre. La diferencia es que quizá esta historia que vertebra el film no es en sí lo más llamativo, sino el desarrollo de la vida de su protagonista, tan confuso y atormentado como el irregular montaje de la cinta (con tantos saltos temporales que a veces no nos damos cuenta de en qué episodio de la historia nos encontramos), quizá el único pero que se le puede encontrar.


Bellísima y no tan triste como pareciera, es cierto que no es, en modo alguno, una obra maestra, pero si que resulta una producción superior en calidad a la media (tanto a la general como a sus hermanas homo-educativas) y una película emotiva y compleja.

lunes, 19 de octubre de 2009

Frase de la semana


No me interrumpas mientras te ignoro.


Sabiduría popular en forma de chapa, o yo mismo en cualquier momento de una noche cualquiera.

viernes, 16 de octubre de 2009

Fantasía

Fantasía (James Algar y Samuel Armstrong, 1940)


Hay películas que valen no sólo por lo que cuentan sino por lo que significan o significaron. Fantasía (la original) fue una extraña obra dentro no ya de la animación en su tiempo, sino de la animación normal, donde la factoría Disney, todavía con ciertas miras de exquisitez y de inventar un género en pañales, experimentó con la imagen y el sonido para componer una colección de escenas las más veces bellísimas y arrolladoras en su concordancia con los sonidos de algunas de las más bellas partituras que se han podido oír en un cine.
Sus directores descubren que para emocionar no necesariamente había que matar a nadie (pobre Bambi) ni contar historias de amor rocambolescas (mírese la estupidez esa llamada Pocahontas), sino simplemente transmitir con imágenes lo que a cualquier artista les sugierieran las melodías seleccionadas.


Impresionantes los pasajes de las estaciones, el fragmento dedicado a la evolución (hecho en EEUU hace ya casi setenta años, no se si advierten la ironía) y la inmortal El aprendiz de brujo, que reconcilia con el ratón tontuelo ese a todos los que siempre preferimos a Donald. Que el segmento mitológico es del todo infantil y prescindible, pues sí... pero estamos hablando de Disney, del año 40 y de una película casi experimental... no se le pueden pedir peras al olmo, sobre todo cuando ya ha dado unas cuantas...


jueves, 15 de octubre de 2009

Destrozando a... La muerte de vacaciones

La muerte de vacaciones (Mitchell Leisen, 1934)


Mientras preparaba la entrada que finalmente irá el jueves que viene (adivinen cuál) decidí admirar con fruición la supuesta obra magna en que se inspiraba (o eso creía yo) y me encontré con un pastelón seudokitsch infumable pero cortísimo (afortunadamente) de la que nada bueno podría salir posteriormente en manos de los que la cogieron.
En manos de otros la interesante historia de Muerte, deseando conocer qué es la vida, hubiera dado para disquisiciones filosóficas y existenciales de alto nivel o al menos para realizar alguna comedia crítica con la vida que nos ha tocado vivir.
En manos del (para mi) desconocido Leisen, la historia queda en una romántica hasta pedir la insulina comedieta ñoña a la que ni siquiera el uso de esa técnica para hacer transparencias de la que no me sale el nombre ahora a pesar de llevar toda la tarde pensando en esta entrada con la palabra en la boca, ni la supuesta transgresión que supone el elegir la muerte como forma de amor salvan de la ñoñería.
Es decir, es como ver una de Hugh Grant y Julia Roberts, pero en blanco y negro y con poco presupuesto. Infausta, infausta...


miércoles, 14 de octubre de 2009

El ejército de las tinieblas

El ejército de las tinieblas (Sam Raimi, 1992)


Tercera parte de la saga Evil Dead, El ejército de las tinieblas es uno de los ejemplos del talento de Raimi para hacer cine de entretenimiento, a pesar de lo que llevamos años viendo en la saga Spiderman.
Raimi rueda posiblemente la más marciana de las tres
películas de la saga, saliendo del discurso de cine de posesiones y zombies para filmar una comedia de traslados en el tiempo, posesiones y esqueletos andantes ambientada en la Edad Media, adonde es llevado el protagonista de la saga, nunca libre de los tejemanejes del Necronomicon, fundamentalmente para que los que vemos la película pasemos un buen rato, que de eso se trata.
Raimi abandona prácticamente el terror para centrarse en la violencia y el slapstick consiguiendo filmar una divertidísima puesta a punto de todas las referencias cinematográficas a las que el tema daba cabida, y convierte para ello al pardillo protagonista en un héroe legendario que ya no temerá a nada y que no tendrá el más mínimo reparo para que su "lado malo" lo invada cada vez que vea peligro.


Especie de oda risible y ridiculizadora del cine de acción de "machos", El ejército de las tinieblas es una de esas películas perfectas para una aburrida tarde de domingo. O para la noche. O para el lunes, o el martes... o cualquier momento en la que uno esté con ganas de cortarse las venas en general.

P.D.: las fotos las he cogido de un blog que acabo de descubrir que se llama L'homme naïf y al que hay que echarle un vistazo. Estoy a punto de añadirlo a la columna lateral, no digo más...

martes, 13 de octubre de 2009

Sitcom

Sitcom (François Ozon, 1998)


Ozon llegó a nuestras pantallas con este largo malsano y corrosivo llamado Sitcom. Basándose en una situación que sería ideal precisamente para una comedia de idem, Ozon plantea una comedia, eso si, que no puede estar más alejada del género que le da título.
La llegada de una rata a la casa de una típica familia francesa sirve como una especie de catalizador a los integrantes de esa familia para salir de sus jaulas y dar rienda suelta a sus más bajos instintos.

La confesión de la homosexualidad del hijo pondrá patas arriba a la madre que finalmente descubrirá (y efectuará) sus deseos incestuosos, el intento de suicidio de la hija motivado por los celos por el amor de la madre descubrirá a una psicópata sádica que tendrá en su novio (Stephane Rideau) a su más clara víctima, orgías, cuernos (y fotos) y un padre que sólo estará allí para el final, sea el que sea, junto con mucha violencia (y esa cosa que tanto gustará a los psicoanalistas lacanianos del asesinato del padre) tanto explícita como verbal, y un sin fin de situaciones a cada cual más desagradable a priori.


Sin embargo Ozon resuelve con elegancia la sordidez que envuelve toda su propuesta gracias a la puesta en escena precisamente en tono de comedia, precisamente por usar la sal gorda de forma exagerada para analizar los mecanismos de la familia, comenzando por (y eliminando) la hipocresía, precisamente por no tratar lo que trata de forma sórdida, sino desde la más absoluta naturalidad.
Si que es cierto que hay tópicos que sobran y una cierta incoherencia en el resultado final, es cierto que no es una obra maestra, pero es una propuesta atrevida y realmente interesante. Mucho.


lunes, 12 de octubre de 2009

Texto de la semana


Santo soy porque del matrimonio no hago uso.¡Ojalá así por siempre a Febo jamás cese de servir! De lo contrario, ¡ojalá cese a cambio de un buen destino!

Coro en Ión, de Eurípides.

sábado, 10 de octubre de 2009

Rock The Casbah

Rock the Casbah (The Clash, 1982)


Una de las cosas que más me gustan de Entourage, serie de la que espero hablar en las próximas semanas, es que posee una banda sonora espectacular. Y en medio de la avalancha hip-hopera y R&B de última generación, en uno de mis últimos capítulos vistos tuve el honor de escuchar una de mis canciones preferidas de los Clash una vez abandonaron ese redil del punk que tanto los aprisionaba, este Rock the Casbah que, posiblemente sin ser la mejor canción del grupo, si fue la que más publicidad y notoriedad le dio. Aquí os dejo el enlace para ver el clip en youtube (no me dejan que lo inserte), pero también os dejaré la canción para el que sólo quiera escucharla:



viernes, 9 de octubre de 2009

Opening night

Opening night (John Cassavetes, 1977)


En una entrevista en El intermedio a Paco León hace pocos días decía por razones que no vienen al caso que "Opening night es una película donde la gente va al teatro y llueve.".
Chistes aparte, porque lo era en la forma de decirlo y en el contexto en el que lo dijo, no se si León, persona hábil y según se infiere mucho más inteligente que todos sus personajes de ficción (y muchas elecciones de los mismos), se dio cuenta de la gran frase que acababa de decir, y de la ayuda que podría prestarnos a los blogueros sin ideas (o sin ganas de redundancias y coincidencias).

Porque ciertamente en Opening night la gente va al teatro, la historia es en el teatro, la vida es en el teatro... y llueve y hay relámpagos y truenos y rayos, especialmente sobre la cabeza de Myrtle Gordon, interpretada por una soberbia Gena Rowlands, esa actriz que, al igual que el personaje que interpreta, no quiere envejecer, no se resigna a hacerse mayor, hasta que la muerte ronda por su lado no sólo logrando que se enfrente a esos temores, sino que entre en completa crisis con lo que es, con lo que ha sido y con lo que será.


Quizá sea algo atrevido dedicar el apartado de clásico a una obra que tan sólo tiene 32 años (y es que ya dije en algún post que el año que nací yo pasaron muchas cosas importantes) y que, gracias a esa catártica dirección de Cassavetes, quizá uno de los directores que mejor han sabido usar esas imágenes de "cámara inquieta" (en mano o no, von Trier tampoco ha sido el primero en eso), tenga tan poco que ver con el cine convencional, pero es un atrevimiento que, desde luego, no lo es tanto.
Opening night, esa obra de ese artista tan denostado en su momento y tan fuertemente recuperado después, es un clásico por mucho motivos, por su originalidad, por su redefinición (como todo el cine de Cassavetes) del melodrama, por su puesta en escena, por su uso del metalenguaje, por su audacia autocrítica, por su guión y sus actores, y sobre todo y ante todo porque es una gran película. Tenga los años que tenga.


jueves, 8 de octubre de 2009

Destrozando a... Amistad

Amistad (Steven Spielberg, 1997)


Quizá esta es la mayor prueba del infantilismo del cine de Spielberg más allá de algunas propuestas que no tienen que ver con él (A.I., por ejemplo). Porque Amistad es la historia de un motín de esclavos africanos que van a EEUU y el consiguiente juicio.
Un tema que podría haber resultado apasionante y digno de lecturas inteligentes y múltiples que, no obstante, Spielberg desperdicia en su afán de resultar impresionante y para todos los públicos.
Mala, mala, mala... o no tanto... pero tonta, tonta, tonta...


miércoles, 7 de octubre de 2009

Cube

Cube (Vincenzo Natali, 1998)

Al final todos los blogueros que nos seguimos terminamos hablando de lo mismo. De hecho la entrada de hoy está relacionada con una que publicó el amigo dvd en elindefilo hace unos meses respecto a esta película, y que no leí en su momento porque esperaba poder hablar de ella yo mismo. La he ido posponiendo pero ya llegó el momento, dado que este viernes iba a hablar de La ley del silencio, y el mismo en el mismo sitio me pisó el tema ayer... en fin...
Que Cube fue una de las grandes sorpresas de su año y se convirtió en uno de esos films de culto que lo son más por lo original y por lo que cuenta que por como lo cuenta. Porque Cube falla en el casting, en la mayoría de él, y vista por trigésim
a vez, también en el guión y en el desarrollo, al que con el paso del tiempo he ido descubriendo fallas en muchos momentos.
Pero sin embargo merece la pena, y debiera quedar en la retina y en la mente de todo el que la vea, ante todo por tratar de lo que se trata, esa especie de afrontamiento por parte de unos y otros en momentos de supervivencia.


Cube es una película de terror que ya desde la primera escena, esa en la que un tipo es cortado a cuadraditos en una celda a la que ha llegado no sabemos de donde, comienza un juego macabro del que sus personajes son protagonistas tanto o más como el espectador al que se le lanza el mensaje.
Nada sabemos de esos personajes más allá de lo que cuentan, nunca sabremos por qué llegaron al cubo ni quién es el artífice de semejante juego macabro que acabará con la vida de muchos de ellos. Tan solo tenemos una serie de personajes en situación de extrema necesidad, la necesidad de la supervivencia, que actúan frente a esta de formas distintas, complementarias y a veces peligrosas.
Cube embauca y fascina, deja petrificado en la butaca por su intensidad, es difícil de digerir y deja mal sabor de boca... ni siquiera la luz final puede matizar su demoledora visión de la humanidad. Es grande, en definitivas cuentas.


martes, 6 de octubre de 2009

Abajo el telón

Abajo el telón (Tim Robbins, 1999)


Creo fervientemente que esta película es la obra más compleja y redonda del actor y posteriormente director Tim Robbins, un personaje de Hollywood metido a activista en compañía de mujer, la enorme Susan Sarandon que, tras varios intentos por hacer crítica política más o menos acertados pero quizá excesivamente obvios, consigue su propósito con un film coral en tono de comedia (recordando de lejos al mejor Altman, ese que le dio a Robbins el papel de su vida como magnate en The player) que recorre los primeros años del Comité de Actividades Antiamericanas sirviéndose como base el frustrado estreno de Cradle will rock bajo la dirección de Orson Welles.
Una comedia basada en hechos acaecidos allá por finales de la década de los treinta, que no sólo tiene como personajes históricos reales a Welles, sino a Rockefeller y su empeño en que Diego Rivera pintara un fresco en el Rockefeller Center que luego mandaría derruir, a Frida Kahlo como defensora de Rivera, a Margherita Sarfatti intentando vender el fascismo en EEUU... y muchos otros individuos en búsqueda de poder continuar con su arte más allá de discursos políticos, simplemente como observadores del devenir social.
Con ello Robbins plantea no sólo una recreación más o menos libre de los años pre-Segunda Guerra Mundial con la Gran Depresión de fondo, plantea una defensa del "arte" como elemento más allá de la política, la economía... más allá de los valores que cimentan los Estados tal y como los conocemos, un "arte" como modo y expresión de las injusticias, de las cargas, de las incoherencias, de las trabas... un ente abstracto e independiente que llevará al ser humano a plantearse sus vidas y las formas de enmendarlas.


Y observa Robbins cómo los poderes se intentarán hacer con él, en una sutil (y espléndida) escena, la de ese baile de disfraces donde los poderes fácticos (disfrazados de condes, duques y obispos) planean controlar la expresión artística para conseguir no ser atacados por ella.
Y es que, como bien se ha demostrado a lo largo de los años "los artistas son prostitutas, como todos", aunque hay que congratularse porque todavía queden algunos que elijan con quien follar.


sábado, 3 de octubre de 2009

Be my Yoko Ono

Be my Yoko Ono (Barenaked ladies)



Ignoro las virtudes o defectos de este grupo más allá del uso de sus canciones para mi queridísima The Big Bang Theory, cuya tercera temporada comenzó la semana pasada, y lo cierto es que no se si esta canción me gusta per se, porque la asocio a la serie o porque se mete con la chinahijadeputa, como se la conoce vulgarmente por parte de los fans de Lennon... Yo no soy fan de Lennon, pero es que a los artistas conceptuales les tengo tirria.




viernes, 2 de octubre de 2009

Doce hombres sin piedad

Doce hombres sin piedad (Sydney Lumet, 1957)


La primera impresión que produce Doce hombres sin piedad si no se ha visto antes es la de estar ante la madre de todos esos telefilms de abogados de Antena 3, y posiblemente sea así.
Un escenario casi teatral, que se limita a la sala don
de se reúnen los jurados, es el sitio donde discurre la historia de un grupo de hombres elegido por la administración norteamericana como jurados populares, y que están a punto de condenar a un hombre a muerte sin una prueba concluyente por dos hechos fundamentales: es negro y quieren terminar cuanto antes.
Ahí aparece el "salvador", un Henry Fonda que es la piedra angular de la película, y que poco a poco, y ante el desespero general, consigue convencer al resto de lo infundado de sus premisas y lograr absolver al hombre.
Lumet crea así lo que sus imitadores nunca lograron, un discurso terrible sobre el racismo imperante, sobre la política autoritaria, sobre la futilidad
de la decisión de quitar la vida a un hombre en base a las convicciones de otros doce... además de realizar una crítica frontal a ese sistema de jurados que aquí hemos adoptado hace no muchos años y que presupone que gente sin ningún tipo de formación legal pueda decidir sobre el futuro de otros.


Doce hombres sin piedad es un espléndido trabajo de guión y actores, de personajes perfectamente dibujados que interactúan según sus roles y que Lumet filma como se debe hacer en una historia semejante, sin aspavientos, sin efectismos, limitándose a observar con su cámara lo que sucede en esa claustrofóbica y angustiosa sala.

jueves, 1 de octubre de 2009

Destrozando a... Cuernos de espuma

Cuernos de espuma (Manuel Toledano, 1997)


La trágica muerte a los treinta y dos años de su director por un fallo cardiaco hizo, según he podido leer por la blogosfera, que se alzase al fallecido y a su primera película a los altares de la militancia gay.
La dificultad que se nos presenta consiste en que la militancia nada tiene que ver con la calidad artística, y por más que Toledano hiciera una película referencia de las muchas miserias de la noche y su fallecimiento lo convirtiera en ídolo de la causa, lo cierto es que el film en cuestión deja bastante (o mucho) que desear.
En un momento en que la cinematografía española comen
zaba a abrirse puertas y se decantaba por cierta liberación (sexual) que en realidad no lo era tanto, el que un director desconocido contratara actores desconocidos y filmara una supuesta comedia (que a mi no me provocó ni siquiera una mínima sonrisa) en New York, New York parecía, junto con el desembarco americano de Coixet y la creación mediática de ese subgénero (afortunadamente efímero) llamado "comedia petarda" (que, al igual que la llamada "removida" madrileña, ofrecía más marketing que verdadero movimiento intelectual de calado), una toma de aire fresco en una cinematografía especialmente dada a seguir llorando los horrores de una guerra de la que nadie ya quería oír hablar y a reír comedias costumbristas que cada vez tenían menos gracia.
Desde ese punto de vista es cierto que esta cinta es, al menos, rompedora, pero no hay que olvidar que de lo que estamos hablando es de cine y que un par de planos ingeniosos no pueden (ni deben) calificar una película per se.


El llamativo y terrorífico episodio del asesinato que los actores reales recrearon (realmente) según las premisas del film y previo a su estreno tampoco ayudó a una película que prometía en todo caso más de lo que daba, pero que se quedaba en lo anecdótico al igual que el suceso inquietante y perturbador que la publicitó tanto que produjo en gran parte del público potencial más aversión que otra cosa.
Que quizá Toledano hubiera podido hacer mucho más es algo que yo al menos no pondré en duda. Que no podemos exagerar las virtudes de un film que tiene pocas es algo que también deberían tener en cuenta muchos.